Abre sus puertas Casa Beatnik Hotel, construído por DICSA.

El pazo de Galegos, donde en su día residió el ilustre historiador y escritor Antonio López Ferreiro, es hoy Casa Beatnik Country House, un colorido hotel con spa, 13 suites y 6 yurtas de lujo con vistas a su viñedo que esta semana recibían a sus primeros huéspedes. Tras este proyecto están dos hermanos, Daniel y Juan Carlos Alonso Monteagudo, director y socio de Bonhomme Hospitality, un grupo hostelero de Estados Unidos con más de una decena de negocios en Chicago, entre restaurantes, bares y discotecas. De padres gallegos y criado a caballo entre Norteamérica y Galicia, explica Daniel que «siempre quise hacer algo en España» y decidió buscar una propiedad en la tierriña para abrir un hotel destino, que se convirtiera en un lugar de interés por sí mismo, y con el que poner a su vez en valor «un rincón del mundo que queremos mucho».

«Estando a apenas cien metros del Camino de Santiago, nos fijamos el reto de ofrecer algo más que el típico alojamiento para 13 parejas [el hotel es solo para adultos, y una de sus suites ocupa la antigua capilla del pazo] sino también para otro tipo de inquilinos. De ahí las yurtas, que son unas estructuras de madera antiquísimas y autónomas, sin estacas ni columnas por el medio que interrumpan el paso. Pensé en lo que pediría yo, Daniel Alonso, acostumbrado a las comodidades, para pasar una noche de acampada y surgió esta idea», explica. En su apuesta por el glamping, han equipado las yurtas con camas de matrimonio de dos metros, alfombras de esparto confeccionadas en el sur de España y cuatro duchas exteriores de alcachofa con puertas dobles «junto a un muro que florece en los baño», añade.

Además, las instalaciones cuentan con dos restaurantes, bares de cócteles artesanos, dos iglusaunas de Estonia (del mismo fabricante que hizo la que David Beckham tiene en su casa), una piscina de agua salada con tumbonas y una zona de spa y bienestar con instructores y terapeutas homologados para sesiones de fisio, masajes, taichí o yoga. «Son la leche, tenemos un equipo muy preparado, que ofrece la posibilidad de pasar un día en Casa Beatnik sin alojarse en ella y comer en sus restaurantes, ir a una clase de yoga, darse un masaje thai y pasar un día de relax en un refugio perfecto para desconectar del mundo. Yo quiero ser la embajada de esta tierra y emborrachar espiritualmente a quienes nos visiten del concepto de bon vivant, y de paso contribuir a que otras personas conozcan todo lo que puede ofrecer Galicia», añade Daniel, hijo de un vigués, que sigue pasando sus vacaciones familiares en Baiona.

Un proyecto diferente, pero con el sello de calidad de DICSA

Este proyecto de restauración ha sido uno de los más potentes que hemos realizado en DICSA en los últimos años. Lleno de retos y de necesidades específicas, Casa Beatnik ha supuesto una gran experiencia para todo nuestro equipo de trabajo, pero ha conseguido convertirse en un auténtico éxito.